Siempre he sido más partidaria del cabreo que de la tristeza ante una situación injusta o decepcionante.
La tristeza te paraliza, te impide actuar. En cambio el cabreo, que para mí es más que un enfado, te incita a actuar, no en pos de venganza sino para cambiar o romper con aquello que te molesta. Es un "hasta aquí hemos llegado". Cerrar un libro haciendo ruido.
El mejor es el cabreo con uno mismo. El decirte: "pero qué haces aguantando esto, tú no te lo mereces".
Así que cuando me cabreo, procuro usarlo de manera positiva, para superarme, para cambiar. Aprovecho a limpiar el armario, no solo emocionalmente, sino literalmente ya que estoy en faena.